Santuario Risaralda, Colombia.
Peligro de minería en el Parque Nacional Natural Tatamá. ¡Defendamos el agua!

lunes, 14 de abril de 2008

Sábado: vamos p'al pueblo.

Los días de la semana son parecidos, casí monótonos, en la dureza del trabajo y de los oficios campesinos; menos el sábado, que tiene la novedad, la gracia y el ánimo de las ferias, pues es el día de mercado, el cual sucede a cielo abierto en la plaza principal.
Cientos de campesinos llegan el sábado al poblado y lo llenan de mil voces, de historias, de colores, de caravanas de jeep Willys...(De las cocinas se levanta la delicia de olores frescos de fritangas y sancochos.)





El sábado es el día de reencuentro de vecinos y conocidos, de agricultores y comerciantes. Es día de intercambio social y económico, cuyo centro es el café.




El sábado, día de mercado, prueba, semana tras semana, el vigor de esta comunidad campesina cultivadora de café. El sábado en la plaza, reinventamos el pueblo juntos.

La calle del Hospital

Este tramo de la carrera 6 es conocido con el nombre de la calle del Hospital. (En el habla corriente no se distingue entre calles y carreras. Todas son calles: calle Gatonegro, calle Santander, calle de La Aurora, calle de La Estrella...)


También conduce al cementerio. Esta última cuadra es peatonal, obligada por la alta pendiente. De niños, cuando nos llevaban a ceremonias en el cementerio, solíamos contar en voz alta cada uno de los peldaños de la larga escalera de cemento que servía de acera.

A la derecha, el Hospital. Al final de la calle, el cementerio. Al fondo, las veredas de Mapa y Pueblo Vano.

sábado, 5 de abril de 2008

La Frontera.

Esta vivienda, que reúne características de la arquitectura denominada del baharaque, es identificada con el nombre de La Frontera. Y es nombrada así porque su ubicación marca, en este sitio, el lindero entre las áreas urbana y rural del municipio.


Después de esta vivienda se cruza la cañada del Burro y ya se está en las calles del poblado. También señala el inicio de los caminos hacia todas las veredas del occidente del municipio de Santuario.



Este modesto caserón es buen ejemplo de nuestra arquitectura campesina. Y por su misma sencillez (un tanto desatendida) y por la calidad de sus materiales, muestra también el modo austero de vivir en esta región cafetera.