Santuario Risaralda, Colombia.
Peligro de minería en el Parque Nacional Natural Tatamá. ¡Defendamos el agua!

sábado, 24 de marzo de 2007

Entre la flor y el fruto del café.

La economía del municipio depende del cultivo del café. Por lo tanto, la vida de la gran mayoría de las gentes está influída por la suerte de esta planta.
Asi, cuando se abre la flor del café se abre también la esperanza, pues es anuncio de buena cosecha y por consiguiente, de abundancia. Pero antes, los cultivadores deben rogar al cielo para que el tiempo sea generoso y traiga las horas necesarias de sol y lluvia. Como el clima fue generoso, la floración de este año fue pródiga. Entonces, en el pueblo hay buen ánimo y los caficultores madrugan sonrientes y confiados a cuidar de sus plantas de café.


Cuando el fruto madure no se tendrá la expectación alegre de este comienzo de año, sino el cálculo cierto del rendimiento de la cosecha. Y deducidos los costos del cultivo y de las nuevas siembras, los préstamos del banco, los impuestos y los fiados de los proveedores de víveres, cruzadas las cuentas, quedará como saldo un suspiro resignado. Mal que bien nos sostuvimos, dirá el cafetero. La finca está bonita; tengo lotes nuevos de café y salvé el crédito. Y qué carajos, estamos vivos! El año que viene será mejor!

El ciclo vuelve a repetirse y el hombre no abandona el cafetal. Otra vez suplica para que el sol modere su fuego, el invierno no se exceda en aguas, para que la carestía no sea tanta y para que el dólar suba. Ah, y para que el cafetal florezca. Pero como el buen suceso de estas cosas no está en su poder, sólo le queda la fe. La fe: "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas que no se ven." La fe. Al caficultor sólo le queda la fe, el sudor, la fatiga.

La flor del café perfuma los sueños más queridos de nuestros campesinos. Y su destino está amarrado a la suerte de los granos de café.

sábado, 17 de marzo de 2007

Calles de Santuario. II

Una prueba más, como expresaba en anterior entrada, de la creatividad y el tesón requeridos para poblar estas cordilleras. Por estas escalas se baja al barrio Popular o se sube a la plaza principal.

Calle 7a, entre carreras 3a y 4a.

Pero no todo es pendiente. La plaza principal está en un rellano. Y la calle 6a, denominada La Trilladora o Marco Fidel, de la cual se observa un detalle en la siguiente fotografía que además muestra una de las esquinas del templo parroquial y parte de la plaza, está sobre una angosta terraza. La calle de la Trilladora, en su salida hacia la vereda Peñas Blancas, recibe el sugestivo y poético nombre de calle de Gato Negro.

lunes, 12 de marzo de 2007

Las calles de Santuario.

La topografía del municipio de Santuario es quebrada y áspera en muchos sitios, pues su territorio hace parte de la Cordillera Occidental de los Andes. El poblado se asienta sobre un declive y por esto el trazado de sus calles serpenta para acomodarse a las dificultades del terreno.

Final de la carrera 6a o Rial, entre calles 8a y 9a.

Y esta circunstancia hace que cada calle tenga su propio carácter y reserve una sorpresa visual al caminante atento. Calles que descienden con vértigo y llegan hasta el borde mismo de los cultivos de café y que se empinan para recortarse contra este cielo montañero. Y aquí y allá muestras del ingenio constructor que se ha valido de la guadua, la madera y el barro -mejor dicho, del bahareque- para levantar este singular caserío.