Café Andaluz.
De jóvenes, para sentirnos mayores de edad, jugábamos billar en El Andaluz. Y estando enamorados, sentíamos la eternidad aquí, en los billares, y nos angustiábamos a la espera de que la novia adolescente saliera de la misa de siete de la noche para encontrarnos con ella y juntos darle vueltas al parque mientras los músicos tocaban la retreta del domingo. En el café Andaluz curamos soledades y abandonos sentados en una de las bancas en las que se acomodan los “patos”; es decir, los observadores de las partidas de billar y estuvimos al lado de ancianos enruanados y adormilados, también dejados de compañía. En El Andaluz filosofamos y cambiamos el mundo entre tinto y tinto.
El café Andaluz es una sala de recibo comunitaria. Es un conversadero. En él cabemos todos y todos somos bienvenidos. Allí hay una taza de tinto que espera por usted y un puesto en la mesa para que tercie en la charla.