Inmigrantes contra el muro.
Entre tanto, en Colombia se guarda un silencio indolente, apenas roto por una que otra voz aislada, como si este drama, que envuelve a miles de colombianos que residen ilegalmente en Estados Unidos, no importara y no involucrara a miles de familias que en el país subsisten de las remesas que ellos envían.
Si al drama social que vive el país se agrega la deportación masiva de estos inmigrantes, tendríamos un cuadro de pesadilla. Basta con recordar que, según el Departamento Nacional de Planeación de Colombia, el valor de las remesas que giran los colombianos residentes en el exterior alcanzó, en el año 2004, US$3.857 millones, lo que equivale al 3,96 por ciento del PIB y al 23,4 por ciento de las exportaciones totales; es decir, superó de lejos el valor de las exportaciones de café.
Esta perspectiva debiera motivar, al menos, la opinión sobre este particular de las autoridades nacionales más sobresalientes, como también la de los actuales candidatos a la Presidencia de la República, puesto que están en el deber de asumir la protección de los derechos humanos de los colombianos residentes en Estados Unidos y en el exterior.
Y es el que el proyecto liderado por el congresista republicano F. James Sensenbrenner y aprobado por la Cámara de Representantes es para indignarse, pues más allá de las criminalizaciones y penalizaciones ya dichas, propone la construcción de un muro físico de 1.130 km en la frontera con México y de otro virtual y endemoniadamente sofisticado, que contará con sensores terrestres; fibra óptica bajo tierra para detectar las pisadas de las personas; aviones a control remoto; vigilancia satetital, radares subterráneos… Muros que más que separar a Sur América de los Estados Unidos, servirán de encierro a los propios norteamericanos y serán el signo de propósitos excluyentes y discriminatorios.
Es claro que los inmigrantes no son la raíz del problema, pues ésta la constituye el sistema económico desigual que impera. La inmigración obedece a la ley de oferta y demanda del mercado: la mano de obra irá donde se necesite y donde mejor se remunere. El marginamiento laboral, la exclusión social siempre encontrarán y cavarán huecos que lleven hasta la abundancia y las mejores oportunidades de los países ricos. También, el desequilibrio existente entre las economías del norte y las del sur es un poderoso motor que niega posibilidades aquí y las concentra allá. En la zona cafetera, un joven campesino ocupado en trabajos agrícolas devenga en un día, en una jornada de 9 horas, el equivalente a 5,7 dólares. En Estados Unidos esos mismos 5,7 dólares se los gana en 40 minutos fregando platos, cortando césped o componiendo techos. ¿Habrá muro entonces, que pueda contener esta desigualdad?
El municipio de Santuario no escapa a esta realidad. Cientos de nuestros paisanos laboran en Estados Unidos y muchos de ellos son indocumentados. Gracias a las remesas que ellos envían, sus familias han podido sobrevivir con dignidad, sus hijos pueden estudiar, han logrado tener vivienda propia y algunos inmigrantes han comprado unas pocas cuadras de tierra para cumplir con la ancestral vocación campesina que alienta a la gran mayoría de ellos. Y para lograr este propósito se han ido lejos, a España, a París, a Londres, a Estados Unidos y han dejado atrás y con dolor, la familia, los paisajes y los amigos de infancia, el vecindario, la lengua materna…. Y soportan nostalgias y soledades incurables, persecuciones, discriminación y vejaciones. Son santuareños que trabajan duro y honestamente con el sólo propósito de retornar algún día a su tierra natal y vivir con dignidad, cobijados con una esperanza cierta.
Estamos con ellos, pues no hay distancia que los desarraigue de la tierra natal, porque no son culpables sino víctimas de estos modelos económicos y porque, soportando las penurias del exilio, luchan contra la propia pobreza y la adversidad, proveen bienestar y dignidad a sus familias, generan prosperidad en los países donde residen y ayudan a construir, en Colombia, una vida más amable y un municipio mejor.
6 Comments:
gracias por apoyar y publicar este texto con una realidad tan logica como es la emigracion. esto da unas fuerzas inmensas de seguir luchando en estos paises ajenos por un mejor porvenir de nuestra linda tierra que es colombia y sobre todo por nuestras familias.es lindo cuando muestran fotos de santuario que bueno que se incorporaran un poco mas seria bueno ver todo del pueblo. de ese pueblo que tanto extrañamos.
no se olviden de publicar mucho mas.
habria que hacer lo que hizo Espartaco, irse en masa, los once millones de esclavos latinoamericanos de USA. Considerados inferiores, mirados como inferiores, despreciados, mirados en menos, caminando siempre como sintiendose inferiores, avergonzados de sus origenes, de su español, seria un exodo por el orgullo latino.
Seguro que no los dejan ir o los van luego a buscar
me alegro saber que hay personas con tan grandes pensamientos apesar de estar tan lejos nunca olvidan los que estamos lejos de nustras tierras que tanto anoramos y extranamos pues es verdad que siempre te llevamos un nuestro corazon COLOMBIA te amanos gracias
ME PARACE QUE DEBERIA MOSTRAR EN FORMA COMPLETA LA PARROQUIA Y/O INVITAR A LOS TURISTAS A CONOCER A SANTUARIO MOSTRAR LOS ATRACTIVOS EN SI DEL PUEBLO.
los felicito por el interes sobre nuestro problema de inmigracion pero desafortunadamente en la area en la que yo me encuentro somos mas de 500.000 indocumentados y a las marchas no van mas de 3.000 personas en conclucion no estamos concientes de la grabedad del problema . gracias por tan linda pagina , me encantaria ver mas fotos de mi querido Santuario hasta pronto.
Las fotos me parecen muy bonitas, me dio mucha alegria verlas. Soy de Pereira pero mis padres son de Santuario y cuando yo era pequeño viajabamos a visitar a mi abuelo difunto llamado Anibal Herrera, son gratos recuerdos...
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